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23 de agosto del 2023Un modelo de éxito cooperativo en la producción de cacao
Nos internamos en la selva amazónica de cuatro provincias, Huallaga, Bellavista y Mariscal Cáceres, de la región San Martín, y Padre Abad en la región Ucayali, y allá descubrimos la existencia de un nuevo modelo de cooperativismo que permite a los productores de cacao obtener precios justos para su producción, sobre la base de una doble certificación Fair Trade y Orgánica (FTO). El ejemplo más claro es la Cooperativa Agraria Saposoa (COPASA), que bajo el concepto de producción orgánica, integral y sostenible, la articulación de toda la cadena agroeconómica, la transparencia y eficiencia de una dirigencia que sabe dar buen uso a los recursos financieros, rompiendo con el modelo tradicional de los comercientes acopiadores, formales e informales, que pagan precios más bajos. Por ejemplo, quienes tienen la certificación FTO reciben un precio mínimo de garantía de 2,500 dólares por tonelada métrica de cacao en grano, llueva o truene, cosa que no funciona para los que están fuera de la cooperativa.
Escribe: Enzo Alminagorta Via y Rada.
Fotos: Lizandro Ardiles Huaranga
El oro amazónico: el cacao (Theobroma ca-cao L.), florece en una superficie de 132,000 hectáreas distribuidas en San Martín, Loreto, Cusco, Ucayali, Huánuco, Amazonas, Junín, Cusco y Ayacucho, involucrando a unos 9.9 millones de jornales anuales, beneficiando de manera directa a 90,000 pequeños productores e indirectamente a 480,000 peruanos en las zonas de producción.
CRÓNICA
Llegamos al aeropuerto Cadete FAP Guillermo Del Castillo Paredes de Tarapoto, San Martín, el martes ocho de agosto, a las tres de la tarde. 30 grados de calor. Y veníamos del frío húmedo de Lima. Subimos a una camioneta rumbo a Saposoa, distante dos horas del aeropuerto. Cruzamos Las Palmas, Buenos Aires, Pucacaca, Picota, San Hilarión y Bellavista.
Llegamos al principal almacén de la Cooperativa Agraria Saposoa (COPASA), donde la Presidenta, Ing. Agr. Maritza Trujillo Herrera y su equipo de profesionales y técnicos, nos mostraron su centro de acopio, lugar al que llega la producción desde una veintena de caseríos, comunidades y chacras vecinas. En este lugar, Jirón Prolongación Chorrillos S/N, COPASA recibe la producción de sus asociados y de agricultores diversos.
Ahí la labor comienza con el pesado del cacao, luego viene la selección de algunos granos de diferentes partes del costal o envase, luego las muestras son enviados al laboratorio de calidad, para analizar su grado de fermentación y humedad, operación que dura aproximadamente media hora. Si la fermentación llega a 85%, el grano de cacao es calificado como “superior”, permitiendo al productor recibir siete soles por kilogramo. Y si los granos no pasan ese porcentaje, el precio es menor, según se califiquen como grado “1” o grado “2”.
Ocho de la noche. Con un hambre feroz nos dirigimos a Juanjuí, capital de la provincia Mariscal Cáceres. Una hora de viaje, pura pista, noche fresca, extensos arrozales y platanales a ambos lados del camino. Escuchamos “Los Caminos de la Vida”, en la radio, mientras veíamos desfilar las luces de Piscoyacu, El Eslabón y Sacanche. Buen dato, los celulares tienen cobertura.
Nueve de la noche, llegamos a Juanjuí. Ingresamos a otro almacén, ubicado en el 187 de la avenida Fernando Belaúnde Terry, el Presidente del Perú que acertó al construir la Carretera Marginal de la Selva.
En ese lugar, el Gerente de COPASA, Ing. Agr. Jorge Luis Díaz Callaca, enfatizó: “Los productores reciben en el día su dinero por el cacao que nos traen o que acopiamos en este camión de cinco toneladas (TM) de capacidad de carga, que recorre todos los días las zonas de producción de nuestros asociados y terceros”.
COMERCIO JUSTO
Ahí, apreciamos la ruma de costales con grano seco de cacao, por un lado los que tienen la doble certificación FTO, que pertenecen a los asociados de COPASA, y por otro lado, en menor proporción, los envases con granos convencionales que pertenecen a productores no asociados.
El 90% de los socios de COPASA tienen la doble certificación FTO e incluso algunos tienen además la certificación UTZ; que en conjunto certifican que la cosecha es orgánica, y que en el proceso de producción se ha cumplido con los estándares sociales y de responsabilidad con el medio ambiente, la no explotación infantil y el respeto por el rol de la mujer.
En retribución a estas buenas prácticas agrícolas las grandes acopiadoras e industrializadores transnacionales de cacao pagan un precio fijo mínimo de 2,500 dólares por TM (que según la norma del Comercio Justo, es el precio mínimo que se les puede pagar a las organizaciones que producen este tipo de cacao), a pesar que la bolsa de materias primas agrícolas de Londres (Inglaterra) y Nueva York (Estados Unidos), que fijan los precios internacionales de commodities como el cacao, esten por debajo de ese valor.
“En el caso de que el precio del mercado es mayor que el precio mínimo FTO, las organizaciones reciben el valor más alto”, complementa el Ing. Jorge Díaz Callaca.
REVOLUCIÓN AGROPRODUCTIVA
Una verdadera revolución social, económica y productiva, vivieron entre los años 2002-2012 miles de pequeños productores de las provincias del Huallaga, Bellavista y Mariscal Cáceres, región San Martín, y de Padre Abad en la región Ucayali, otroras tierras dedicadas al cultivo ilícito de la coca. Hoy, esas tierras están cubiertas por vigorosas plantaciones de cacao, café y diversos frutales, gracias al rol facilitador del Estado peruano, el apoyo de la cooperación internacional, la apuesta de empresas privadas y sobre todo la voluntad de cambio de los agricultores.
Así lo comprobamos en el lugar de los hechos, tras sumergirnos en la enmarañada, extensa y biodiversa Amazonía, visitando lozanos cacaotales de tres a ocho años de edad. También conocimos, en el campo, la dinámica de trabajo de COPASA, cooperativa que, desde el 2012 trabaja en alianza comercial con la empresa Ecom Perú, subsidiaria de Ecom Group, cuarto comprador de cacao a nivel mundial, con más de 450,000 toneladas de acopio e industrialización por año.
PANORAMA GLOBAL
Antes de conocer los testimonios de los cacaoteros nacionales, debemos saber que en el mundo, el Perú no es la excepción, el cacao, desde el punto de vista tecnológico e industrial, ha tenido un avance limitado, debido a la existencia de propiedades diversas con predominio del minifundio y la práctica de agricultura de subsistencia. Alrededor del 90% de la producción de cacao proviene de pequeños predios de menos de cinco hectáreas.
Las variedades forasteras de cacao representan el 90-92% (4,6 millones de toneladas aproximadamente) de la producción global, mientras que el cacao fino o aromático, que proviene de las variedades criollas y nativas, tiene una participación de 5-8%.
En el caso del Perú, nuestras cosechas del grano de cacao representan menos del 3% de la producción mundial, liderado por países africanos como Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camerún, principalmente, que concentran el 73%. Esto influye decisivamente en el precio del grano ante cambios de oferta en esa región, poniendo en peligro la sostenibilidad de la producción de los pequeños productores. (Ver detalles de superficie, producción, y rendimiento en el recuadro adjunto).
Prueba de ello fue que, en los años 2015 y 2016, el precio del cacao superó los 3,000 dólares por TM. ¿La razón? Costa de Marfil disminuyó abruptamente su producción por problemas políticos internos. Coincidió, asimismo, que la producción de Ghana e Indonesia fueron afectadas por el clima, el envejecimiento de las plantaciones y por la presencia de plagas y enfermedades.
CHARLAS TÉCNICAS
Un intenso y sofocante calor y el gorjeo de las aves, nos despertaron a las seis de la mañana, del nueve último, para luego pasar a degustar un frugal desayuno amazónico: ensalada de frutas nativas, huevos orgánicos revueltos y por su puesto chocolate helado ecológico.
Ocho en punto de la mañana, nos esperaba afuera del hotel la camioneta que nos llevaría hacia el fundo “San Cirilo” de 60 hectáreas, ubicado en la comunidad Nuevo Horizonte, en el distrito de Saposoa, propiedad del Sr. Ruller Silva Panduro, quien además de sembrar cacao en cinco hectáreas, se dedica a la ganadería de vacunos “Cebú”, “Gyr Lechero” y cruces de “Brown Swiss”, “Holstein”, además de la crianza de caballos y aves de corral.
En ese lugar, COPASA organizó un “Día de Campo”, donde sus profesionales responsables de esas zonas, ofrecieron charlas técnicas a 140 socios líderes de 16 caseríos cercanos y lejanos, para compartirles tres temas fundamentales relacionados al cultivo del cacao: 1) Manejo ambiental. 2) Tipos de abonamiento y podas sincronizadas (TAPS), y 3) Cosecha y poscosecha.
Cabe precisar que, actualmente COPASA tiene presencia en 150 caseríos donde ha logrado fidelizar entre 9 a 10 productores líderes por zona que son parte de su organización.
Los cacaoteros se dividieron en tres grupos para recibir una charla específica, luego de 40 minutos rotaban hasta concluir las tres temáticas.
MANEJO AMBIENTAL
En lo ambiental, comprendieron que está prohibido quemar las hojas, troncos y frutos enfermos, así como lo dañino que es la deforestación, por el alto grado de contaminación ambiental que representa y la erosión de los suelos.
PODAS SINCRONIZADAS
En el segundo tema, los productores aprendieron que realizando podas sincronizadas tres veces al año en sus cacaotales (cada cuatro meses), se puede incrementar la producción en un 30% y reducir significativamente la incidencia de plagas y enfermedades.
Los tipos de poda son:
- Bajada de altura de la planta: luego de la cosecha y cuando no hay lluvias.
- Desramillado de copa: para abrir la copa de la planta y tener una mejor ventilación, y
- Apertura de calle: para aumentar la luminosidad y la aireación en el cacaotal.
“Nosotros mismos realizamos las labores culturales y agronómicas, pero para realizar las podas necesitamos mínimo dos jornaleros capacitados por hectárea, que cobran 300 soles cada uno”, nos cuenta Ruller Silva.
COSECHA Y POSCOSECHA
En el tercer tema, además de aprender a estimar los costos de cosecha por hectárea de cacao, entendieron que de nada sirve tener una plantación bien manejada, si el estratégico proceso de fermentación es deficiente. Lo recomendable es fermentar los granos por 5-6 días en cajones de madera o costales, con escalas de remoción a las 48 horas y luego cada 24 horas. Luego, el secado en parihuelas de madera o sobre mantas por 3-4 días, dependiendo de horas sol.
Al medio día con el sol en todo su esplendor, los productores formaron un círculo humano debajo de un árbol grande, frondoso y con sombra, para que los técnicos Rither Cárdenas Ruiz, Nelo Pérez Fernández, Yexabela Villanueva Díaz, Agustín Pilto Ruíz, en compañía de la Presidenta y el Gerente de COPASA, tomen un examen oral a los socios, para comprobar el aprendizaje.
Una a una las preguntas fueron absueltas rápidamente por los productores. Como recompensa llegó el almuerzo con dos platos de fondo a escoger, arroz con pollo y frijolada con chancho. Al final todos quedaron satisfechos por la gran jornada técnica. Todos los conocimientos adquiridos por los líderes, serán replicados dentro de los grupos de productores de los caseríos a los cuales pertenecen.
30% MÁS RENTABLE
“Mi mejor tesoro es mi chacra y mis perlas son mis cacaos”, nos dijo, por la tarde de ese mismo día, el Sr. Jorge Guevara Gonzáles (49 años), mirando al cielo con los brazos abiertos y agradeciendo al creador del universo por los cacaos fino de aroma, café, maíz, frijol, plátano, yuca, que florecen en su fundo “Cuevas del Refugio”, ubicado en el caserío José Olaya, distrito de Piscoyacu, provincia del Huallaga, región San Martín. Para llegar a su chacra se debe cruzar un riachuelo, cuyo puente es de maderas gruesas atravesadas, pero inestables. El camino, en cambio, es poco accidentado. Se necesitan mejores caminos y carreteras para mejorar el tránsito de la población y la producción.
Jorge Guevara y su esposa Esther Oliva Quispe (39), migraron hace 15 años desde Cajamarca a estas tierras fértiles, buscando mejores oportunidades. Se iniciaron sembrando café y, luego de 10 años, incursionaron en el cacao por ser 30% más rentable.
Juntos tienen una hectárea de cacao fino de aroma de las variedades “ICS 91”, “ICS 39”, y “ICS 51”, con un rendimiento de 1.5 TM de grano por hectárea, cantidad que casi duplica el promedio nacional de 807 kilogramos/há., pese a que su producción es 100% orgánica.
“En dos años haré el esfuerzo de instalar riego por goteo a mi cacaotal, para incrementar la producción y tener mayores ingresos para mi familia”, nos dijo antes de marcharnos de su casa.
MODELO DE ASOCIATIVIDAD
Este productor, al igual que el Sr. Urías Rojas Heredia, del caserío Nuevo Piscoyacu, distrito del mismo nombre, quien maneja en su fundo “El cruce” seis hectáreas de cacaotales con rendimientos que bordean sorprendentemente las 2 TM/ha, están asociados a la Cooperativa Agraria de Saposoa (COPASA), fundada en setiembre del 2015 e integrada por 1,354 socios activos.
Cabe precisar que COPASA es fruto de la fusión de 150 comités agrícolas (de entre 7 y 15 productores de cacao), cuyos productores son parte de las 15,000 familias que conducen 28,000 hectáreas de cacao, beneficiadas con la transferencia de paquetes tecnológicos, semillas certificadas, asistencia técnica y capacitaciones del Programa de Desarrollo Alternativo (PDA) de la Comisión DVIDA, la Agencia USAID de Estados Unidos y la Alianza Cacao-Perú.
“Dichos comités fueron impulsados en el 2012 por Ecom Perú, con el firme propósito de romper la dsconfianza e incertidumbre del productor, fomentar la asociatividad, compartir las buenas prácticas agrícolas y las semillas con mejor rendimiento y calidad, y generar un mayor volumen de granos para ser más competitivos e incursionar en la exportación directamente, rompiendo así la intermediación en el acopio y la comercialización empobrecedora del cultivo”, recuerda la Ing. Maritza Trujillo, Presidenta de COPASA.
Este modelo ha sido absorbido por COPASA, que a su vez dispone de un staff de 11 ingenieros agrónomos y técnicos agropecuarios que llegan a cada uno de los fundos de los agricultores para impartir asistencia técnica. Un técnico se encarga de brindar asistencia a un promedio de 120 socios, a quienes visita al menos una vez cada 40 días.
La cooperativa también ha implementado sistemas de compras y cadenas de suministros de herramientas agrícolas, un plan de acopio con transporte y almacenamiento.
CERTIFICACIÓN
“Con la doble certificación FTO, tenemos más platita y una mejor vida”, expresa contento el Sr. Saúl Pérez Alarcón, para luego mostrarnos las tres hectáreas de cacao fino de aroma de la variedad “CCN51”-forestero orgánicos, que produce 1 TM/ha. en el caserío “La Pedrera”, ubicado en el distrito de Piscoyacu, Huallaga.
Con una mazorca en su mano, dicho agricultor nos contó que fue beneficiario del PDA, y gracias al apoyo de los profesionales y técnicos del programa pudo instalar las primeras plantaciones de cacao en una hectárea. En las otras dos hectáreas instaló cacao solo con los conocimientos adquiridos y la ganancia lograda por la venta del grano.
Él agrega: primero, seleccioné las mejores mazorcas y le saqué el mucílago con aserrín, obteniendo semillas que luego coloqué, una por una, en bolsas con tierra durante dos meses en un invernadero artesanal que construí con el apoyo de los técnicos de COPASA. “Finalmente llevé los plantones a campo definitivo y hoy esas plantas tienen siete años y son el sustento económico familiar”.
Antes de ser socio de COPASA, Saúl vendía sus cosechas a los intermediarios informales, quienes le pagaban 4-5 soles/kg. (S/. 4-5,000/TM), que no alcanza ni siquiera para recuperar el costo de producción por hectárea que bordea los 1,500–2,000 dólares, dependiendo del sistema de siembra: 1) tres bolillo: 1,284 plantas/ha. (3×3 en triangulo) y, 2) cuadrado: 1,111 plantas/há. (4×4 en cuadrado), respectivamente.
En la misma línea, otras organizaciones y compradores de la zona están pagando desde 5.6 hasta 6.2 soles por kilogramo de cacao en grano, entre 0.8 y 1.4 soles respectivamente, menos que el precio que paga COPASA a sus socios por kilogramo de cacao seco.
“Estas cooperativas no incluyen la prima de la doble certificación FTO en el precio que se le paga al productor al momento de la entrega del producto, como lo hacemos nosotros, sino que al cierre del año les dan el porcentaje tras el balance final de la compra-venta, señala la Presidenta de COPASA.
VENTA A EMPRESA LÍDER
La producción total de COPASA en el 2016 cerró aproximadamente en 3,000 TM. Todo ese volumen se vendió a su socio comercial, la empresa Cafetalera Amazónica S.A.C., hoy ubicada en el primer lugar del ranking nacional de exportadores de cacao grano seco, con 8,467 TM en el 2016 y 1,132 TM en el primer trimestre del 2017. (Ver recuadro de exportaciones).
Ellos verifican directamente en los predios de los cacaoteros, que la producción cumpla con las buenas prácticas agrícolas y retribuyen a las organizaciones un precio justo no menor a 2,500 dólares/tonelada, a pesar de que la bolsa durante todo el año 2017 ha estado por debajo de ese monto. El precio bolsa en el 2017 fue entre 1,800 y 2,200 dólares/TM.
“Por tener el mejor precio del mercado para nuestros socios, empresas exportadoras tradicionales, cooperativas competidoras y la Asociación Peruana de Productores de Cacao (APPCACAO), han iniciado una campaña de desprestigio, tratando de desestabilizar nuestro sistema de cooperativismo, llegando incluso a intentos de amedrentamiento a los socios y a la dirigencia”, denuncia el Sr. Jorge Díaz.
Según él, todos los ataques buscan presionar a sus clientes locales e internacionales, para que dejen de confiar en el trabajo de la cooperativa, y regresar al modelo anterior donde el productor es el último eslabón de la cadena del cacao.
PLAGA DEL MAZORQUERO
“Durante muchos años hemos sido estafados por los intermediarios, pero no teníamos otra opción de venta”, recuerda el Sr. Lizandro Rojas Olivera, cacaotero de “La Pedrera”, Piscoyacu, y dueño del fundo “La Esperanza”. Ahí impactan a las vista los sistemas agroforestales del cacao en tres hectáreas.
En nuestro recorrido por sus cacaotales, el 10 último en la mañana, nos llamó la atención las botellas transparentes con líquido amarillento que colgaban en cada planta (trampas). El Sr. Lizandro Rojas, nos diría cabizbajo que perdió el 40% de sus cosechas de cacao este año, debido al ataque de la plaga del mazorquero, que es un gusano que se introduce en la mazorca, convirtiendo la semilla en harina. El insecto tiene un período de vida de 35 días desde su etapa de huevo, larva, pupa y adulto.
“Tuvimos que colocar botellas con agua azucarada en las plantas, para atraer a las mariposas que ponen huevos, además realizamos podas y remoción de los frutos enfermos, reduciendo en poco tiempo la incidencia de la plaga”, nos dijo el Téc. Rither Cárdenas, especialista de COPASA.
En la presente campaña grande (mayo-agosto), el Sr. Lizandro Rojas, cosechó 2 TM en sus tres hectáreas. “Yo no uso agroquímicos, todo mis frutos son ecológicos y amigables con el medio ambiente. Pronto me recuperaré”, sentenció.
Además, del mazorquero, debido a la constantes e intensas lluvias, que generan alto grado de humedad en los campos agrícolas, aparecen las enfermedades fungosas como Phytophthora y Moniliasis, que de no ser controladas pueden barrer con el 60% de los cacaotales. Al igual que, la plaga “escoba de bruja”, que ataca los cajones florales, guías terminales, el tallo y el fruto.
MUJERES EN ACCIÓN
Empezando por la Presidenta, el 40% de los socios de COPASA son mujeres, que están convencidas de que el cacao es sinónimo de progreso.
Una de las socias ejemplares es la Sra. Magdalena Saavedra Barco, quien conduce cinco hectáreas de cacaotales en el caserío “José Olaya”, en Piscoyacu. Ella está convencida que este cultivo está cambiando la vida a muchas familias de la región, incluso a las que no están involucradas directamente al cultivo de cacao.
“Yo les doy la oportunidad a las madres solteras, viudas y personas iletradas, para que trabajen en mis campos en los procesos de cosecha y limpieza, porque estas actividades no necesitan conocimiento extraordinario”, nos dice la Sra. Magdalena.
Ese mismo día, nos despedimos de Juanjuí, Saposoa y Tarapoto. Pero, decididos a seguir con nuestra misión: verificar los campos agrícolas en el trayecto hacia Pucallpa, Ucayali, nos enteramos que teníamos que viajar por tierra durante 12 horas, aproximadamente. Por esta razón, volvimos a Lima para hacer una conexión área a este destino, en compañía de Maritza y Jorge.
EN UCAYALI
10 de la noche, cielo despegado y con la sensación de estar en una sauna, llegamos al Aeropuerto Internacional Capitán FAP “David Abensur Rengifo” de Pucallpa, también conocida como la “Tierra Colorada”. Nos esperaba un vehículo que nos llevaría al Hotel “Costa del Sol”, para asearnos y descansar cómodamente.
Con ánimos de seguir explorando la ruta del cacao, el viernes 11 reciente a las seis de la mañana, viajamos dos horas y media para llegar al fundo modelo “Santa Rosita”, situado en la comunidad Tahuantinsuyo, distrito de San Alejandro, Ucayali, propiedad del Sr. Nicanor Pineda Rodríguez (71 años de edad), quién reconoce que en los años de la subversión y el narcotráfico, fue obligado a sembrar coca ilícitamente, pero tras la pacificación, él y su familia incursionaron en la siembra del cacao, e incentivó a sus vecinos a sembrar este aromático grano.
En ese espacio, se realizó una réplica de las charlas técnicas ofrecidas por COPASA en Saposoa. Esta vez participaron 120 productores líderes de más de 20 caseríos del ámbito, bajo el mismo sistema de extensionismo agrícola de “productor a productores”, donde los líderes de cada comité agrícola o caserío, difunden lo aprendido durante estas charlas a sus compañeros, formando redes de capacitación interna dentro de la organización.
Mientras los productores recibían la capacitación, el Sr. Nicanor Pineda nos invitó a recorrer sus cacaotales para mostrarnos las 25 variedades y accesiones de cacaos finos de aroma que posee en su finca, algunos incluso llevan sus iniciales “NP” y se distinguen por números 1, 2, 38; obtenidos por injertos entre cacaos criollos y nativos recolectados en el bosque virgen y cruces de variedades superiores, facilitadas por la Estación Experimental Agraria Pucallpa del INIA.
Además, tiene módulos de fermentación y secadores solares, para la temporada de invierno, donde el sol no es tan intenso.
También, liderados por el joven cacaotero, Sr. Everico Vargas Huamán (25 años), natal del caserío “Santa Isabel”, distrito de Codo del Pozuzo, provincia de Puerto Inca, región Huánuco, nos acompañó un grupo de ocho hombres y mujeres jóvenes socios de COPASA, quienes recibieron la capacitación.
Ellos forman parte de la nueva generación de cacaoteros, que ven con buenos ojos esta nueva actividad productiva, como una excelente alternativa socioeconómica en el campo.
El Sr. Everico Vargas posee 60 hectáreas y 10 de éstas las dedica a la siembra de cacao “CCN51”. En tiempos de cosecha fuerte (julio-agosto) vive una odisea para sacar su producción de su finca “El Sol”.
“Cuando es verano, llevo mi producción a caballo por tres horas hasta el distrito de Ciudad Constitución (donde los espera el camión recolector de COPASA), porque no hay acceso para los carros, pagando 50 soles por cada 160 kilos de cacao en grano. En invierno, cuando las lluvias han inundado todo y el camino parece tierra movediza húmeda, tengo que viajar en bote, pagando 48 céntimos/kilogramo” nos cuenta.
COPASA tiene un plan de recojo de la producción en las mismas fincas de los productores, sin embargo, no en todos los casos el camión acopiador puede acceder a todos los caseríos, por falta de carreteras.
El Sr. Everico Vargas y sus vecinos deben hacer todo el esfuerzo por sacar su producción, pues el intermediario en su zona paga 4.3 soles/kilo y a veces menos.
“Pido a las autoridades locales y regionales que hagan una carretera, los productores la necesitamos”, manifiesta Vargas.
MIRANDO AL FUTURO
En el último quinquenio, la demanda de cacao ha estado por encima de la oferta mundial, según el estudio “Cacao en el Perú y en el Mundo” (2016), realizado por el Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI).
El consumo en chocolate y otros derivados, va a tender a elitizarse, orientándose hacia ciertos nichos de mercado. Es decir, la demanda por los cacaos criollos o nativos, diferenciados por sus aromas y sabores frutales, que producen Ecuador, Perú, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Jamaica, Trinidad y Tobago, principalmente, van a tener un auge en los próximos años.
Las proyecciones de la Organización Internacional del Cacao (ICCO), para la campaña 2022-2023, estiman que los precios del cacao en grano estarán por encima de los 3,700 dólares/ TM y, el negocio será altamente rentable para los pequeños cacaoteros en la próxima década.
El Perú ocupa el segundo lugar entre los principales países productores y exportadores de cacao fino de aroma. Esa es nuestra oportunidad, sobre todo para San Martín, Loreto, Ucayali, Huánuco, Junín, Amazonas, Cusco y la selva de Puno, regiones referentes en la producción del cacao.
¿Qué nos falta? Decisión política, para promover y facilitar inversiones, construir carreteras y caminos rurales en los principales centros de producción, habilitar créditos promocionales a mediano plazo para ensanchar las áreas de cultivo, y —sobre todo— que los productores agrarios y las comunidades campesinas y nativas entiendan que sin unidad jamás podrán salir de la depresión mayoritaria en que hoy se encuentran.
El modelo de cooperativismo sostenible instaurado por COPASA es una gran oportunidad para hacer que el productor sea el principal beneficiario y no el último eslabón de la cadena del cacao. Este modelo puede ser fácilmente replicable por otras organizaciones de productores.
COPASA, no solo está promoviendo el desarrollo social y económico del productor y la mejora de la calidad de vida de su familia, sino también está contribuyendo a la generación de puestos de trabajo, a una mayor dinámica en la generación de ingresos para otras actividades económicas en la zona, por los servicios que la cooperativa requiere para realizar sus operaciones
Si hacemos esto, fácilmente lograremos ser un país líder en la producción de cacaos finos de textura, aroma y sabor de ambrosía, la mítica comida de los dioses griegos–
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