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Gisela, Roxana y Lilia son tres madres empresarias que se unieron para vencer la crisis financiera en medio de esta guerra contra el nuevo coronavirus, apostando por aguaymanto, café y cacao
Por: Grecia Delta
El amor por sus emprendimientos hizo que formaran un equipo al iniciarse el estado de emergencia en Perú por la pandemia del COVID-19. Se trata de Gisela Peláez (44), Roxana Ayvar (34) y Lilia Asto (45), tres empresarias y productoras de aguaymanto y café de Cajamarca y cacao de Junín.
Hoy, las tres profesionales comparten un stand del Mercado Temporal de la Municipalidad de Lince, en la Losa Deportiva del Parque Mariscal Castilla.
Sus catálogos con los packs que armaron por el día de la madre y el padre los distribuyeron por Facebook y WhatsApp, y desde el mes de junio, los fines de semana están en Lince gracias a Lilia, quien es vecina de la jurisdicción.
Las tres madres de familia se conocieron en la Cámara de Comercio de Lima hace más de un año. “Estoy a un 60%. Hubo ventas, pero fueron bajas. A pesar de los protocolos y desinfectar las cosas, la gente tiene cierto temor. Hemos salido a buscar dónde pueden tener acogida nuestros productos”, contó Gisela, quien ya colocó sus mermeladas, macerados y deshidratados en cinco tiendas de la capital. Ella produce alrededor de 300 mermeladas que extrae de sus cultivos, por feria.
El fruto que proviene de la chacra de su cuñado es cultivado por su hermana y otras siete cajamarquinas, en el distrito de Celendín.
“Con esta inamovilidad, la planta ha sufrido y ha dejado de producir”, comentó la ingeniera ambiental. Hace dos años cosecharon a “Tinka Pacha”, voz quechua que significa “regalo de la tierra” en español, producto que se vende en los mercados de Lima y Cajamarca.
La investigadora Peláez sigue manteniendo viva la historia de los alimentos en su familia. Con Tinka Pacha apuesta por los cultivos diversos en genética.
“Solas no íbamos a hacer nada. Nos juntamos para tener presencia”, explicó la administradora de negocios internacionales, Roxana Ayvar, quien trabaja con mujeres del Centro Poblado San Ignacio, en donde están las 12 hectáreas de cafetales de la familia de su esposo, para quien diseñó una marca que visibilice mejor su producto en el 2019.
De esta manera, ingenió un nuevo sistema de comercio luego de conseguir el registro sanitario, comprar el tostador, la moledora y otros instrumentos necesarios. Cuando llegó el coronavirus a Perú y estaba por conseguir el código de barras, pensó que su proyecto, denominado “La esencia de Tabaconas”, se iba al suelo.
“Gracias a mis compañeras que me dan ese ánimo. Si no fuera por ellas, no hubiera podido. Es parte de aprender”, dice Roxana Ayvar, quien resalta que la clave ha sido la unión. Ella proyecta exportar su producto muy pronto.
En tanto, Lilia Asto empezó en el 2018 a trabajar con los granos de cacao. Ella lo vendía a siete chacras del Centro Poblado Yaneriato, en el distrito de San Martin de Pangoa, provincia de Satipo, en Junín.
Al ver que el cacao es un excelente alimento para el sistema inmunológico, se lanzó a registrarlo sanitariamente como “Keshet”, que significa “arcoíris”, pero en hebreo. La producción de sus terrenos de cacao criollo y nativo se perjudicaron con el coronavirus.
Sin embargo, eso no detuvo a la ingeniera agrícola, con más de 20 años de experiencia, pues trajo a Lima unos 220 kilos de cacao y ahora está cosechando la última tanda del año.
“Con las medidas de bioseguridad, el agricultor no puede dejarse vencer en esta pandemia”, recuerda la empresaria, quien distribuye chocolate para taza y bitter al 70%, así como mix de cacao o tostaditos, como los llama.
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