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23 de agosto del 2023LA HISTORIA DE SU MAJESTAD, EL AJÍ
El Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú atesora una colección de restos de ajíes de la época Inca (1 480-1 520 d.C)
Según diversos estudios arqueológicos y paleobotánicos, una de las cunas histórico-geográficas de los ajíes —aunque en especial del rocoto— fue el entorno altiplánico del lago “Titicaca”; igual que de la papa y la quinua.
Las otras cunas se hallan en el vasto territorio amazónico neotropical, sobre todo del norte.
Es en estos ambientes, hace unos 9 000 años antes de Cristo (a.C.) que habría comenzado su domesticación, para luego dispersarlos hacia los demás confines de nuestro país actual; involucrando a Amazonia, los Andes y la costa.
Pero es en este último entorno donde han quedado las principales evidencias botánicas de la especie, por las excelentes condiciones ambientales para su adaptación y conservación.
La evidencia más remota en la costa peruana se halla en los restos arqueobotánicos de la especie descubiertos por el reconocido antropólogo Ph. D. estadounidense Tom Dillehay en Huaca Prieta-Paredones, cerca de la desembocadura del río Chicama, región política de La Libertad. Dichos hallazgos se remontan a unos 7 000 años a.C.
“Sus semillas se diseminaron a través de los vientos, las aves migratorias y otros factores naturales, hasta instalarse prácticamente en todas las subculturas y culturas del Antiguo Perú. Tanto que abundan diversas representaciones de ajíes en ceramios, tejidos y frisos de nuestras culturas prehispánicas; en las que —incluso— tuvieron usos mágico-religiosos”, explica el Dr. Elmo León Canales, eminente investigador científico de nuestro pasado alimentario y autor de la emblemática obra “14 000 años de alimentación en el Perú.
Como prueba de ello, el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (Pueblo Libre, Lima) atesora —en buen estado de conservación—una extraordinaria colección de restos de ajíes amarillos (escabeche) de la época Inca (1 480-1 520 d.C), así como ceramios de las culturas Moche (50 a.C.-600 d.C.), Nasca (100 a.C. – 600 d.C.), Wari (600 – 1000 d.C.) y Chimú (1 000-1 450 d.C.); todos con elocuentes representaciones de ajíes.
Aún más, no es casualidad que uno de los cuatro protagonistas del famoso mito incaico de los Hermanos Ayar fuera “Ayar Uchú” o “Ayar Ají” en quechua.
El ají, ha sido, pues, un compañero de siempre en la alimentación del hombre peruano.
CINCO ESPECIES
Es posible que con el devenir del tiempo y las circunstancias hayan desaparecido muchos ecotipos y variedades de esta peculiar solanácea arbustiva de frutos pungentes o picantes.
Pero, en concreto, la investigación moderna ha identificado cinco especies de capsicum:
- Capsicum baccatum: ají escabeche o amarillo, ají panca y mirasol.
- C. chinense: ají limo o charapita, arnaucho y ají dulce
- C. frutescens: pipí de mono
- C.annuum: pimentón y páprika, y
- C.pubescens: rocoto.
De estas cinco especies, que en conjunto suman unos 413 ecotipos y variedades, como en ningún otro lugar del planeta, en el Perú aprovechamos comercialmente sólo 19.
Así manifiesta la Ing. Agr. M.Sc. Eyla Velasco Urquizo, Coordinadora del Área de Conservación de Recursos Filogenéticos del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), para luego añadir: “Nuestro territorio está prácticamente tapizado por los ajíes”
Dichos materiales genéticos están disponibles en la Estación Experimental “Donoso” (Huaral) del INIA, gracias al Proyecto “Rescate de Ajíes Nativos en su Centro de Origen”, ejecutado entre los años 2010 y 2013 por el INIA y Bioversity Internacional, entidad adscrita al Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (GIAR).
El eje de tal esfuerzo fue, precisamente, la recolección de todos los ajíes cultivados en el país, para constituir el respectivo Banco Nacional de Germoplasma, con fines de conservación y estudio.
Dentro de este marco, dicho proyecto también identificó 39 accesiones de ajíes nativos con características biomorfológicas y/o bioquímicas peculiares, así como buen potencial para el desarrollo de productos de alto valor comercial.
Aún no se ha determinado, pero también existirían algunos ajíes silvestres todavía no identificados, sobre todo en la Amazonía.
Leer informe completo en Agronoticias N°420 (2016)
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INIA identifica 133 genes en el genoma cloroplastidial del ají arnaucho
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