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El 3% de la genética superior global tiene descendencia en el Establo La Querencia, ubicado en Lurín, Lima.
“Una vaca buena y una no tan buena comen igual”. Partiendo de esa premisa, el 3% de la genética superior global tiene descendencia en el Establo La Querencia. Longevidad, fertilidad y productividad definen el perfil que caracteriza a las vacas que hoy conduce el ingeniero Clifford E. Watson, negocio familiar con más de tres décadas haciendo la diferencia. El hato lo integran 820 cabezas de ganado, 370 de ellas actualmente en ordeño, con promedios –de establo– de 33 litros/cabeza, aunque con marcas individuales de hasta 60 litros. Múltiples reconocimientos de productividad, en diferentes periodos y ferias, lo certifican. Ese resultado, además de la genética, responde al confort animal que ofrece el establo, con amplia infraestructura y distribución, limpieza, orden, eficiencia de manejo y gestión, cariño y cuidados esmerados por personal calificado y comprometido, tecnificación de todos los procesos, aplicación de software de monitoreo, alimentación diferenciada y más. La historia de una granja lechera moderna peruana:
Tener metas claras y ser persistente es la clave del éxito. Hace más de 40 años el soñador y visionario ingeniero zootecnista Robert Watson, egresado de las filas de la Universidad Agraria La Molina en 1980, diseñó en lápiz y papel un proyecto de investigación aplicada sobre la instalación de un establo ganadero de leche. Esa planificacion y proyecto de estudiante se forjó en 1987 en La Querencia, hoy cristalizada en un moderno, eficiente y tecnificado establo ganadero lechero ubicado en las periferias de Lima, a 35 kilómetros de la Panamericana Sur, en Lurín.
Las primeras 28 terneras llegaron al establo en 1989, procedentes de Estados Unidos. La compra se da en el marco del “Dairy Termination”, el Programa de Reducción de Ganado Lechero en EE.UU., que coincidió con el fomento a la ganadería peruana en el primer gobierno del presidente Alan García. “Dicen que el éxito se alcanza cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”… Este fue uno de esos casos.
La estrategia inicial de Watson se resumía, en sus palabras: “El mismo dolor de cabeza da una vaca en ordeño o 100 ”… debía incrementar el número de vacas para cubrir costos y justificar el ordeño. ¿Qué hizo? Canjeaba vaquillonas preñadas por dos terneras de un año a Raúl Risso, su vecino ganadero. El objetivo –en ese entonces– era tener un número importante de vacas en ordeño, pensando en 100-150. Lo logró. “Pero como los establos son de economías de escala, nos dimos cuenta que debíamos crecer o morir, porque los ganaderos pequeños no logran ser autosuficientes, dado que el margen de utilidad es muy pequeño, y el precio de la leche no sube al ritmo del costo de los insumos, siendo esto un tema político”, explica el empresario emergiendo en los recuerdos.
3% al 5% de la genética superior mundial
El concepto era claro. La única manera de lograr una mejor rentabilidad era tener un mayor número de vacas y producir más litros de leche por cabeza. Actualmente, el Establo La Querencia es una casa ordenada, limpia y bien cuidada que alberga a 820 vacunos, 370 vacas en ordeño y el resto son vacas secas y la recría compuesta por terneras, vaquillas y vaquillonas preñadas.
“Desde el día uno teníamos muy claro que cuesta igual mantener una vaca buena que una vaca no tan buena”, dice el ingeniero Watson para instruir sobre la importancia de la genética animal. En La Querencia desde 1989 se usa consistentemente entre 3% y 5% de la genética superior mundial. Es decir, el 3%-5% de los animales élite del mundo tienen descendencia en el establo. “Longevidad, fertilidad y productividad son las tres principales cualidades de selección animal que manejamos, sustentadas en buenas ubres y patas”, añade.
Una singularidad del establo está en la apuesta por animales sin cuernos, porque no hacen ni se hacen daño a sí mismos. Además, indica el ganadero, representa un ahorro económico el poder seleccionar animales sin cuernos porque, primero, se evita un gasto en tiempo y personal en descornar y, segundo, se evita el estrés animal. “El hecho de no tener cuernos hace que la ternera no pierda las ganas de comer y crecer por el estrés que le genera el descornado. En los establos de alta densidad es práctica común el descornar para evitar accidentes. Un toro con cuernos puede matar a alguien. Eso es un peligro que nosotros evitamos”, fundamenta.
Agronoticias, en una visita de campo el 16 de enero, pudo comprobar la fortaleza física, longevidad y, sobre todo, la alta productividad de los animales, con picos de producción de entre 50 y 60 litros de leche por vaca. Siendo el promedio anual del establo 33 litros: 31.5 litros en verano y 36 en invierno. Es factible, dice el empresario ganadero, “producir más leche, pero a un costo y riesgo mayor y no necesariamente es más rentable porque nos vemos obligados a depender de insumos importados que se venden en dólares y a nosotros nos pagan la leche en soles”. Además, a mayor producción, mayor estrés y desgaste de las vacas, lo cual afecta la fertilidad y longevidad que son claves para el éxito de una explotación ganadera de leche rentable.
Otro indicador de producción que maneja el establo es días en leche. En promedio manejan 160 días de leche en todo el hato. Diariamente el establo produce 11,600 litros de leche de muy buena calidad, rica en sólidos totales (grasa y proteína), siendo la meta 12,000. El gran volumen termina en las industrias lácteas, grandes, medianas y pequeñas, como Laive, Majissimo, Artequeso, Cayetano, entre otros, sirviendo para la fabricación de quesos, yogures, mantequilla, helados y otros productos lácteos en base a leche fresca de la mejor calidad.
El Servicio Oficial de Productividad Lechera del Comité Regional de la Lima, ha reconocido al Establo La Querencia en los últimos 10 años como uno de los tres mejores establos en Productividad, otorgándole el segundo puesto en la Categoría Más de 229 Vacas, correspondiente al 2017, tercer puesto en el 2018 y 2019 obtuvo el segundo puesto nuevamente y varios años obtuvo el primer lugar en su categoria.
Infraestructura y tecnología
La genética es el sólido soporte de La Querencia, pero su complemento en simbiosis está en una eficiente gestión, trabajo en equipo y bien coordinado, buscando el confort animal. “Una vaca feliz (cómoda y bien alimentada) produce más leche, se preña con facilidad y da muchas crías en su vida”, es el concepto de trabajo en La Querencia. Un símil con un trabajador que tiene que tener un buen ambiente y herramientas para un óptimo desempeño laboral.
En el afán de darles confort a las vacas se ha implementado tecnología en todas las áreas, desde las cunas individuales con biberones para suministrar alimento balanceado y baldes con tetillas artificiales adheridas para que las terneras beban leche pasteurizada de la manera más natural. El control alimenticio ternera por ternera permite, en dos meses, duplicar el peso del animal hasta la fecha del destete.
A nivel de vacas secas pre parto, en el Establo La Querencia se maneja corrales individuales con camas de arena para evitar la mastitis (inflación de la glándula mamaria) y, además, esto permite observar y controlar si una vaca está comiendo bien. En corrales colectivos no se sabe si un animal en particular come o no.
Las vaquillonas tienen instalado en una de sus patas los transponders, que son dispositivos de comunicación, registro y control de movimiento de animales. “A partir de ello, es posible detectar la etapa de celo de la vaca. Incluso, saber si la vaca se va a enfermar antes que muestre síntomas o se enferme, a partir de que camina menos, es decir, tiene una actividad menor. Eso nos permite anticiparnos y tratarla, minimizando los gastos veterinarios y pérdidas de ganado”, señalan los responsables.
Respecto al Ordeño, es mecánico. En una sala doble doce, se ordeñan en simultáneo 24 vacas. En la misma sala se controla la calidad de la leche. “Estamos instalando hoy día una tecnología digital, con rayos laser, que nos permite saber la grasa, proteína, incluso saber si hay mastitis por conteo de células somáticas y detectar el inicio del celo de la vaca”.
Hay mucha tecnología adicional en La Querencia. Por ejemplo, ventiladores, sensores de temperatura, duchas automáticas, echaderos individuales, TMR o mezclador de ración total para el alimento, con balanza y dispensador monitoreados por computadora.
En La Querencia se trabaja el análisis de forraje todas las semanas. Evalúan los nutrientes que tiene cada uno de los insumos como maíz, soya, chala, silo y orujo de cebada y, de acuerdo a eso, se elabora una ración total mezclada. El mixer abastece a cada corral según el número de cabezas y el estadío de lactación de las vacas. Los animales que más producen comen más y mejor (ración más densa, con más materia seca) y a las que menos producen, se les alimenta para recuperar peso y prepararse para la próxima lactación.
¿De qué depende que un animal tenga una ración de alimento húmedo y otros seco?
El ingeniero Robert Watson comenta que un forraje húmedo contribuye a que el animal desarrolle el rumen, tenga más panza y, en efecto, capacidad de comer. En cambio, a una vaca en producción se le ofrece materia seca, que se convierte en leche. “En La Querencia la tasa de conversión es de 1.5, es decir, por cada kilo de alimento la vaca produce 1 kilo y medio de leche. En la medida que haya más leche por kilo de alimento, es más eficiente y rentable el establo. Si el alimento fuera más humedo o con más forraje verde , la tasa de conversión sería menor.
De las experiencias se aprende. La Querencia es una virtual escuela de ganadería lechera del Perú, que debería ser un modelo a seguir para pequeños, medianos, incluso grandes ganaderos. Genética y confort animal, dos pasos importantes que definen el éxito.
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