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23 de agosto del 2023Organización Meteorológica Mundial confirma un nuevo récord de temperatura en el hemisferio norte: -69,6 °C
El registro supera los -67,8 °C registrados en los emplazamientos rusos de Verkhoyanksk (febrero de 1892) y Oimekon (enero de 1933)
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha confirmado que los -69,6 °C (-93,3 °F) registrados el 22 de diciembre de 1991 en una estación meteorológica automática de Groenlandia son la temperatura más baja jamás observada en el hemisferio norte, en Groenlandia
Este nuevo récord de temperatura ha sido descubierto después de casi 30 años por «detectives del clima» del archivo de la OMM de Fenómenos Meteorológicos y Climáticos Extremos, y supera los -67,8 °C registrados en los emplazamientos rusos de Verkhoyanksk (febrero de 1892) y Oimekon (enero de 1933). El récord mundial de temperatura más baja se remonta al 21 de julio de 1983, cuando se llegó a -89,2 °C (-128,6 °F) en la estación meteorológica de gran altitud de Vostok, en la Antártida.
En el archivo de la OMM se recogen valores sin precedentes a escala mundial, como las temperaturas más alta y más baja, los acumulados de precipitación más importantes, el granizo más pesado, el período de sequía más prolongado, la ráfaga de viento más intensa, el relámpago de mayor duración o la mortalidad más elevada causada por un fenómeno meteorológico.
La estación meteorológica de Verkhoyanksk, que anteriormente ostentaba el récord de temperatura más baja del hemisferio norte, copó todos los titulares cuando el 20 de junio registró una temperatura de 38 °C, coincidiendo con una prolongada ola de calor en Siberia. Actualmente la OMM está verificando si se trata de un nuevo récord de temperatura más elevada al norte del círculo polar ártico (una nueva categoría del Archivo). En esa investigación en curso, que sigue la misma línea que esta evaluación de la temperatura más baja jamás registrada, también se examinarán posibles episodios pasados de temperaturas elevadas al norte del círculo polar ártico.
«En la era del cambio climático, gran parte de la atención se centra en los nuevos récords de calor. Este valor recién reconocido de temperatura mínima sin precedentes es un importante recordatorio de los marcados contrastes que existen en este planeta», dijo el Secretario General de la OMM, el profesor Petteri Taalas. «Gracias a la dedicación de climatólogos e historiadores meteorológicos, ahora podamos analizar muchos de esos registros más antiguos, y ello nos permite comprender mejor los fenómenos climáticos extremos tanto actuales como pasados desde una perspectiva mundial», dijo el profesor Taalas.
Aunque la mayoría de las observaciones de fenómenos climáticos extremos evaluadas por el Archivo de la OMM de Fenómenos Meteorológicos y Climáticos Extremos se han realizado en los últimos años, en ocasiones los historiadores del clima descubren datos meteorológicos que han pasado inadvertidos durante mucho tiempo. Se trata de lecturas que contienen información climática importante que debe analizarse y verificarse. Ese fue el caso de la evaluación recién concluida de un registro meteorológico de casi 30 años de antigüedad obtenido de una estación meteorológica automática instalada en un emplazamiento remoto de Groenlandia denominado Klinck, situado a una elevación de 3 105 metros cerca de la cumbre topográfica del manto de hielo de Groenlandia.
Esa estación funcionó durante dos años a principios de la década de 1990 como parte de una red establecida por la Universidad de Wisconsin-Madison para registrar las condiciones meteorológicas imperantes en la parte más elevada de la isla en el marco del proyecto Manto de Hielo de Groenlandia. En 1994 se envió de vuelta al laboratorio para verificar su funcionamiento y luego se instaló en la Antártida.
Esto sucedió antes de que la OMM empezara a evaluar los fenómenos extremos mundiales, ya que el Archivo de Fenómenos Meteorológicos y Climáticos Extremos se estableció en 2007. El registro salió a la luz después de que un comité de evaluación internacional de la OMM formado por expertos en las regiones polares localizara a los científicos que obtuvieron los datos originales. El comité elogió a los científicos por sus meticulosas labores de calibración y por la escrupulosa consignación de los metadatos relativos a una observación realizada hace tanto tiempo. Esa diligencia pone de manifiesto la gran atención otorgada a los detalles y a la calidad de las observaciones.
Tras un amplio análisis de los equipos, las prácticas de observación y la situación meteorológica sinóptica de diciembre de 1991, el grupo de expertos recomendó por unanimidad que se validara la observación.
«Esta investigación pone de relieve la capacidad de los climatólogos actuales no solo para determinar las características de los registros climáticos modernos, sino también para ejercer en calidad de ‘detectives del clima’ y descubrir importantes registros climáticos del pasado, estableciendo así un registro climático de largo período de calidad sobre las regiones del mundo sensibles al clima», dijo el profesor Randall Cerveny, ponente de la OMM sobre fenómenos meteorológicos y climáticos extremos.
Asimismo, las investigaciones de la OMM también permiten incrementar la calidad de las observaciones mediante el análisis cuidadoso de las prácticas de observación y la elección de los equipos adecuados.
Todos los componentes de la estación meteorológica automática tuvieron que seleccionarse específicamente para poder funcionar en condiciones de frío extremo, según apuntó George Weidner, uno de los expertos que participó en el diseño de la estación. «En Groenlandia, tuvo que recurrirse a motos de nieve para poder preparar todos los emplazamientos. Por tanto, la estación meteorológica automática tuvo que embalarse concienzudamente para que pudiera soportar una travesía sobre superficies de nieve muy irregulares. Gracias a la experiencia acumulada durante años en materia de prácticas de embalaje en la Antártida, la estación meteorológica automática estuvo segura y protegida durante el viaje en trineos arrastrados por motos de nieve», afirmó.
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