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Tiene la capacidad para auto fertilizarse y defenderse de las plagas
Foto: Cortesía
En torno a este prodigioso, pero ya casi extinto componente de nuestra agrobiodiversidad viene a hablarnos —desde Trujillo— los Ings. Agrs. Julio Amaya Robles (Ph.D.) y José Julca Hashimoto, coautores del libro señero “Tesoros Olvidados. Recursos Genéticos de Seguridad Alimentaria Regional”
ANTECEDENTES
— ¿Qué es la ahipa o ajipa (Pachyrhizus ahipa, Weddell) en el contexto de los cultivos andinos?
— Es una leguminosa perteneciente a la familia Leguminaceae (Fabaceae), que puede considerarse como un cultivo integral. Pues son aprovechables sus raíces tuberosas, sus hojas e incluso sus semillas. Además, puede sembrarse desde el nivel del mar hasta los 3 000 metros de altitud, en zonas tropicales y subtropicales. Es tolerante a las bajas temperaturas, aunque muy sensible a las heladas. Botánicamente, es una planta erecta o semierecta, cuyo tallo alcanza 30-50 centímetros de altura. Vive más de dos años, aunque su producción es anual.
— ¿Cómo se reproduce?
— Mediante las semillas contenidas en sus vainas, e incluso a través de sus raíces pequeñas. En este caso se reduce el tiempo de crecimiento. El cultivo empieza a florear a los 45 días de la siembra y puede cosecharse 4-5 meses después.
— ¿Tiene alguna particularidad agronómica?
— Sí. Como es leguminosa, la ahipa puede captar el nitrógeno atmosférico —en asociación simbiótica con las bacterias rhizobium— para autofertilizarse; lo cual ofrece la ventaja de aprovechar terrenos marginales y suelos empobrecidos, donde otros cultivos tienen bajo rendimiento. Otro aspecto interesante de la ahipa es su tolerancia al ataque de ciertas plagas, por la presencia de rotenona (insecticida natural) en sus hojas y semillas. Dicha sustancia actúa sobre los sistemas respiratorio y circulatorio de los bichos nocivos.
ORIGEN
— ¿Se ha determinado cuál fue el centro de origen de este cultivo?
— Las evidencias arqueológicas demuestran que fue cultivado ampliamente en los valles de la costa y los Andes peruanos, hace por lo menos 2 500 años. Se ha encontrado restos de ahipa asociados a momias precolombinas de la cultura Nasca, así como representaciones en diversas piezas textiles y ceramios. Pero fue prácticamente abandonado tras la invasión española.
— Ajá
— Según el Dr. Carlos Ochoa Nieves (Q.D.D.G), eminente investigador científico del Centro Internacional de la Papa, esta planta era sembrada a lo largo del litoral peruano, tanto para el aprovechamiento alimentario de sus partes, como para la protección de otros cultivos con el macerado de sus hojas. Todo esto se fue perdiendo con los procesos de la transculturación de nuestra sociedad, la migración campesina hacia las ciudades y el advenimiento de los plaguicidas y pesticidas químicos después de la Segunda Guerra Mundial. Es por eso que hoy la ahipa está en riesgo de extinción; tanto que las últimas plantaciones regulares sobreviven sólo en pequeñas parcelas del departamento de San Martín (selva alta).
USOS
— Hablemos del uso actual y el potencial de la ahipa
— Con mucho gusto.
- Raíces: Pueden consumirse directamente en estado fresco, como fruta y/o ensalada (en rodajas). Su pulpa es blanca, dulce y refrescante. Para mejorar su sabor es recomendable solearla algunos días. También se puede asar, sancochar o freír, igual que la papa o la yuca. Asimismo, esta raíz tuberosa tiene gran potencial industrial por su riqueza en hidratos de carbono, principalmente azúcares y almidón. Por otro lado, en la medicina tradicional se usa la decocción de las raíces como diurético; la pulpa fresca molida y calentada en aceite de almendras, para aliviar afecciones a la piel, y las cáscaras de las raíces deshidratadas y pulverizadas contra el dolor de cabeza y la rinitis.
- Semillas: Son ricas en proteínas y aceites, pero para consumo humano requieren cocción, igual que las hojas.
- Semillas y hojas: Ambas contienen rotenona, un insecticida natural biodegradable. Los compuestos de la rotenona actúan sobre los sistemas respiratorio y circulatorio de los insectos dañinos.
GENÉTICA Y PRODUCCIÓN
— ¿Cuántos ecotipos y/o variedades de ahipa se ha identificado?
— Hay una gran variabilidad genética en esta especie, pero con ecotipos y variedades mayormente aún no caracterizados e incluso sin nombres, salvo locales. Éste es un vacío que debe cubrir el Estado.
— ¿Existen parientes de la ahipa?
— Sí. En el mundo hay otras dos especies cultivadas: Pachyrhizus erosus, conocida popularmente como jicama, originaria de México y Centroamérica, y producida también en Filipinas, así como en el sudeste del Asia. Y Pachyrhizus tuberosus, nativa de la Amazonía peruana, más conocida como chuin, pero que es planta trepadora. Al mismo género pertenecen las especies silvestres Pachyrhizus ferrugineus, de México y Centroamérica, y Pachirhizus panamensis de Panamá, Colombia y Ecuador.
— Ahora veamos la producción
— El período vegetativo de la ahipa varía de cinco a nueve meses, según la época de siembra y el ecosistema. Por ejemplo, si ella se realiza entre abril y mayo, el desarrollo de la planta requerirá hasta nueve meses para dar cosecha. Pero si se siembra en noviembre, el período se acorta a seis meses. Para acelerar el desarrollo vegetativo, incrementar el rendimiento y mejorar la calidad de las raíces tuberosas, se debe hacer una poda selectiva de las flores y frutos. Pues se ha determinado que el corte de las flores aumenta en 30-55% la producción de raíces. En cuanto a productividad, experimentos en Portugal y México han reportado 29 y 50 toneladas de raíces por hectárea, respectivamente, en períodos de siete y cuatro meses. Ello significa entre 19 y 25% de materia seca. La mejor época para la siembra de ahipa en el Perú va entre octubre y noviembre.
— ¿Con riego o sólo con lluvias?
— En principio, este cultivo prefiere suelos arenosos con buen drenaje y con pH entre neutro y ligeramente alcalino. Dentro de este marco, es exigente en agua o humedad del suelo durante el desarrollo vegetativo, sobre todo en el periodo de anclaje. Por consiguiente, el riego es necesario.
QUÉ HACER
— ¿Qué deberíamos hacer para rescatar y promocionar a la ahipa?
— Declararlo patrimonio nacional, para que no ocurra lo que ya sucedió con otras especies nativas, como la maca, el yacón y la uña de gato, de las que se han apropiado ciertos biopiratas foráneos. El descuido del Estado peruano es tan clamoroso en este aspecto, que ni siquiera el INIA estudia seriamente a los cultivos nativos, tan importantes para nuestra adaptación al cambio climático y nuestra seguridad alimentaria. Una clara evidencia de ello es que aquí, en La Libertad, región con enorme agrobiodiversidad y segunda región agroexportadora del país, no existe siquiera una subestación experimental del INIA. Nuestra universidad quiere cubrir este vacío, pero no puede por falta de recursos económicos.
— ¿Qué es lo más apremiante?
— Investigar para determinar todas las características y requerimientos de la ahipa que permitan obtener mayor productividad y calidad, considerando los diversos aspectos ambientales, económicos y sociales de la especie. Aunque lo más urgente —en este momento— es establecer medidas para asegurar su conservación y evitar la biopiratería.
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