Perú enfrenta una crisis hídrica sin precedentes que amenaza directamente su seguridad alimentaria y estabilidad económica. En 2024-2025, el retraso en las lluvias ha dejado a varias regiones en emergencia hídrica crítica. La región de Piura, en el norte, afronta reservorios casi vacíos, mientras que el nivel del Lago Titicaca en el sur ha caído a niveles críticos de aproximadamente 80 centímetros por debajo de lo normal. Trece regiones peruanas operan actualmente bajo emergencia hídrica, poniendo en riesgo aproximadamente 850,000 personas en la región de Junín únicamente, y afectando unos 36,333 hectáreas dedicadas a agricultura.
El Proyecto Especial Chira Piura ha informado que el suministro de agua para uso poblacional está garantizado solo hasta febrero de 2025, obligando a una asignación prioritaria de recursos hídricos para consumo humano por encima de las necesidades agrícolas. La situación refleja un patrón de variabilidad climática intra-estacional que desafía tanto planificación como inversión agrícola, con la mayoría de pequeños agricultores enfrentándose a decisiones de siembra basadas en incertidumbre climática extrema.
Causa Raíz: Retroceso Glaciar y Cambios Climáticos
Pérdida de Glaciares como Reservas de Agua
Los glaciares andinos constituyen históricamente “torres de agua naturales” críticas, proporcionando aproximadamente 30% del caudal anual de muchos ríos durante la estación seca. Sin embargo, estos reservorios naturales desaparecen aceleradamente. Un estudio reciente identificó que siete de nueve cuencas en la Cordillera Blanca ya experimentan tasas de flujo decrecientes durante la estación seca. Se proyecta que una vez desaparezcan completamente los glaciares peruanos, el caudal anual podría caer hasta 30% en algunas cuencas, con profundas implicaciones para miles de comunidades.
Entre 2019 y 2022, Perú declaró 674 estados de emergencia por sequía en docenas de distritos, reflejando la progresión acelerada de esta crisis. El patrón de retroceso glaciar también trae complicaciones complejas: las aguas de deshielo ahora están contaminadas con metales pesados como plomo y cadmio de rocas recién expuestas y sitios mineros, degradando calidad de agua y productividad del suelo agrícola.
Patrones de Precipitación Alterados
Eventos climáticos como El Niño intensifican la variabilidad. Durante períodos de El Niño, Perú experimenta sequía en regiones andinas y amazónicas mientras registra lluvias intensas en otras áreas. Los patrones de precipitación históricamente confiables han colapsado, con lluvias llegando con retraso significativo o faltando completamente durante ventanas críticas de siembra. Para los 2024-2025, la región de Piura enfrentó pronunciadas sequías cuando históricamente experimentaba precipitación moderada.
Impacto en Agricultura y Seguridad Alimentaria
Vulnerabilidad del Sector Agrícola de Exportación
Aunque el sector agroexportador peruano generó USD 12.8 billones en 2024 produciendo avocados, mangos, arándanos, uvas de mesa, espárragos y pimentas, esta industria intensiva en agua enfrenta estrés creciente. Aproximadamente 50,000 hectáreas de cultivos de exportación y 280,000 empleos están en riesgo en la región de Piura únicamente. La agricultura exportadora depende de riego intensivo derivado de reservorios que agora están casi vacíos, creando un riesgo sistémico existencial para la industria agrícola de mayor valor de Perú.
Crisis de Seguridad Alimentaria Doméstica
Paradójicamente, mientras Perú exporta frutas y verduras por billones de dólares, más de la mitad de su población—aproximadamente 16.6 millones de personas—enfrenta inseguridad alimentaria, la más alta en América del Sur y el doble de niveles anteriores a la pandemia. Las regiones de montaña como Junín, que produjo históricamente papa y maíz para sustento nacional, ahora enfrentan sequías devastadoras. Se estima que 100,000 agricultores y 116,000 hectáreas de cultivos en esta región serán impactados significativamente.
La agricultura familiar pequeña, que alimenta a la nación mientras las exportaciones lucrativamente se envían al exterior, sufre más severamente. Cuando sequías afectan cosechas y ganadería, significa pérdida total de activos sin mecanismo de recuperación rápida.
Estrategias de Adaptación Agrícola
Variedades de Cultivos Resistentes a la Sequía
Perú está implementando activamente el desarrollo de variedades de cultivos climáticamente resilientes. El Ministerio de Desarrollo Agrario e Irrigación (MIDAGRI) lanzó dos nuevas variedades en octubre de 2024: la quinua INIA 446 Atipaq y la papa INIA 334 Llapanchispaq, desarrolladas por el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA).
La quinua INIA 446 Atipaq ofrece rendimientos de 3-4 toneladas por hectárea con resistencia mejorada a plagas, enfermedades y condiciones adversas. La papa INIA 334 Llapanchispaq puede producir 20-30 toneladas por hectárea con alto contenido de hierro, zinc y antocianinas, beneficiando tanto producción económica como nutrición alimentaria. Estas variedades se esperan que aumenten economía para más de 12,000 unidades familiares en Puno y la zona andina sur del país en 90%.
Históricamente, la quinua nativa ha demostrado extraordinaria resiliencia: tolera temperaturas de congelación intensas, sequía prolongada y alta salinidad, con capacidad de producir 6,612 libras por acre versus 4,231 libras promedio en variedades tradicionales. Las nuevas variedades mantienen estas características mientras agreguen otras, como ciclos de vida acortados—una variedad nueva puede cosecharse en 120 días versus 210 días tradicionales, permitiendo múltiples cosechas anuales.
El programa de crianza de papa del International Potato Center (CIP) e INIA ha trabajado durante 50 años liberando variedades mejoradas. Actualmente, un tercio de toda tierra dedicada a producción de papa en Perú utiliza estas variedades. El programa enfatiza variedades resistentes al tizón tardío—una enfermedad que ahora sobrevive a altitudes más altas debido a calentamiento climático—asegurando que agricultores tengan defensas confiables contra nuevos patógenos de enfermedades emergentes.
Gestión de Agua: De lo Ancestral a lo Moderno
Una estrategia transformadora emerge de la síntesis de conocimiento ancestral andino con ingeniería contemporánea: la “siembra y cosecha de agua”—construcción de micro-presas rústicas (qochas) para capturar y almacenar agua durante estaciones lluviosas para irrigación durante sequías.
En Chalhuanca (Arequipa) y Huacapunco, comunidades trabajando con organizaciones como Desco Sur y Helvetas Perú construyeron decenas de qochas. Los resultados transformaron productividad: Flor Mamani y Tomás Cayllahua, agricultores de Chalhuanca viviendo a 4,300 metros, observaron cómo sus pastos previamente secos ganaron humedad continua, mejorando pastos para sus camélidos. Con asistencia de ingenieros especializados en infraestructura natural, el agua almacenada permitió irrigación cada 20 días de septiembre a diciembre, incrementando producción de forraje por más de 125%.
Cerca de 160 qochas han sido construidas a través del Fondo Sierra Azul (UEFSA) bajo MIDAGRI, incrementando disponibilidad de agua entre 10-15% en comunidades beneficiarias. Estas estructuras simples pero efectivas no solo aumentan producción agrícola sino también construyen resiliencia ecosistémica, mejorando infiltración de acuíferos, biodiversidad y reteniendo agua en terrenos productivos.
Infraestructura de Riego Moderna
Peru invierte USD 24 billones en infraestructura de irrigación para cultivar un millón de hectáreas adicionales de tierras agrícolas, con 22 proyectos nuevos y existentes. El proyecto Trasvase Marañón, valorado en USD 7 billones, transferirá agua del río Marañón a la costa del Pacífico para irrigar más de 300,000 hectáreas. Proyectos adicionales incluyen Chinecas (USD 3.5 billones) en el norte y Pampas Verdes (USD 4 billones) en el sur. Sobre 85% de estos proyectos serán desarrollados mediante asociaciones público-privadas.
Sin embargo, la eficiencia de irrigación sigue siendo problemática. Muchas regiones operan con apenas 60% eficiencia, significando que 40% del agua se pierde a través de fugas y evaporación. Expertos urgen acelerar inversión para alcanzar 90% eficiencia mediante irrigación tecnificada. El proyecto Chonta en Cajamarca, aún en desarrollo, almacenará agua durante estación lluvia para suministrar zonas agrícolas durante estación seca.
Sistemas de Riego de Precisión
La agricultura de precisión, cuando se implementa adecuadamente, reduce uso de agua agrícola hasta 30% comparado a métodos tradicionales. El riego por goteo (micro-irrigación) entrega agua directamente a zonas de raíces vía emisores o tubos, minimizando pérdidas por evaporación y escurrimiento. Sistemas de aspersión con precisión ajustan entrega de agua basada en tipo de suelo, retención de humedad y condiciones climáticas. Mulching, monitoreo de humedad del suelo y cosecha de agua de lluvia proporcionan ahorros adicionales de agua de 10-20%.
En Puno, el Banco Mundial invertirá USD 200 millones enfocándose en mejoras de agua y saneamiento, incluyendo nuevas plantas de tratamiento de aguas residuales y expansión de redes de agua potable. Estas inversiones proporcionan una base de infraestructura para implementar tecnologías de precisión más sofisticadas.
Silvopastoralismo y Cobertura del Suelo
El gobierno promueve sistemas silvopastorales que combinan árboles, forraje y ganadería, mejorando secuestro de carbono y retención de agua en tierras altas áridas mientras conservan humedales. Los cultivos de cobertura—plantas como centeno, trébol o vicia plantadas durante estaciones fuera de cosecha—previenen erosión, fijan nitrógeno, impulsan materia orgánica e incrementan capacidad de retención de agua del suelo. Estos sistemas pueden aumentar retención de agua del suelo hasta 20% mientras mejoran salud del suelo.
La agroforestería integra árboles en tierras agrícolas, reduciendo escurrimiento superficial, estabilizando suelo, proporcionando amortiguamiento de viento, generando ingresos adicionales e incrementando biodiversidad y eficiencia de uso de agua.
Políticas Nacionales y Adaptación Institucional
Plan Nacional de Adaptación y Metas Climáticas
Perú lanzó su primer Plan Nacional de Adaptación (NAP) en 2021 identificando cinco sectores prioritarios: salud, agua, agricultura, pesca y acuicultura, y silvicultura; posteriormente, turismo y transporte fueron agregados. El NAP incluye 84 medidas de adaptación con indicadores y metas asociadas para evaluar progreso y efectividad de adaptación climática. Cusco y Puno, dos de las regiones más vulnerables del sur, desarrollaron Planes de Acción Regional para implementar las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (CDN) de Perú en el sector agrícola, con presupuestos regionales estimados en S/ 1.87 billones en Cusco y S/ 1.50 billones en Puno hasta 2025.
Estos planes enlazan medidas de adaptación con actividades de proyectos en curso, propuestas e inversiones de planes institucionales y operacionales regionales, coordinando acción climática decentralizada. Todos los departamentos peruanos esperan tener instrumentos de gestión validados y formalizados para colaborar con acción climática descentralizada.
Soluciones Basadas en la Naturaleza (NbS)
Ciudades como Moyobamba implementaron modelo innovador de conservación de cuencas mediante tarifa de agua: locales pagan aproximadamente S/ 1 sol (USD 0.30) mensuales como parte de factura de agua canalizando fondos a iniciativas de conservación de cuencas y bosque lluvioso. Desde aprobación de tarifas en 2007, el comité de gestión de Moyobamba firmó sobre 60 acuerdos de conservación con agricultores cercanos a cuencas quienes acordaron detener deforestación y participar en proyectos de conservación, financiados por tarifas de agua. El comité reforestó 500 hectáreas alrededor de cuencas y desarrolló programas de conciencia ambiental mientras soportó formas alternativas de ingreso incluyendo artesanía y apicultura para desalentar expansión agrícola destructiva.
Mejora de Sistemas de Irrigación con Medidas de Adaptación Climática
En el marco del proyecto “Adaptación a los Impactos del Cambio Climático en Recursos Hídricos en los Andes (AICCA)”, tres proyectos mejoran canales de irrigación en provincias de Huaraz, Contumazá y Piura con medidas de adaptación climática mediante gobiernos regionales de Ancash, Cajamarca y Piura. Los proyectos incluyen análisis de riesgo climático e identificación de medidas de adaptación física (muros de protección, canales cubiertos, irrigación moderna) e naturales (reforestación en laderas) para implementación posterior con fondos públicos. El objetivo es mejorar tres canales de irrigación alcanzando mayor capacidad adaptativa y sistemas de irrigación resilientes a impactos climáticos, beneficiando directamente 4,200 habitantes.
Desafíos Persistentes
A pesar de estrategias progresistas, desafíos significativos permanecen. La inestabilidad política debilitó alcance y efectividad estatal; Perú tuvo seis presidentes en seis años, dejando amplias áreas rurales desatendidas. Altos costos de fertilizantes importados, parcialmente atribuibles al conflicto en Ucrania, presionan familias de subsistencia agraria. La falta de capitalización estatal dejó sin sembrar más de 30,000 hectáreas de papas y maíz al inicio de campañas agrícolas, exacerbando crisis de 2023.
Las pequeñas explotaciones agrícolas poseen opciones limitadas de adaptación disponibles a productores, dejándolos bajo riesgo de inseguridad alimentaria e incremento de precariedad. En regiones tropicales, ecosistemas están extremadamente sensibles a cambios de temperatura y altamente dependientes de precipitación. En los Andes, olas de calor debilitan cultivos tradicionales como papa y quinua, forzando a veces que agricultores muevan plantaciones a altitudes más altas, desestabilizando ecosistemas de tierras altas menos pobladas e incrementando competencia por tierra.
Perspectiva Futura
La adaptación agrícola de Perú al cambio climático requiere integración de múltiples estrategias operando en sinergia. Los nuevos sistemas de irrigación de precisión deben complementarse con desarrollo acelerado de variedades de cultivos climáticamente resilientes. La infraestructura moderna debe trabajar en paralelo con prácticas ancestrales de captura de agua como qochas, demostrando que soluciones tradicionales validadas por siglos pueden ser amplificadas con ingeniería contemporánea. Los gobiernos regionales requieren recursos, coordinación y estabilidad política sostenida para implementar planes de adaptación. Finalmente, pequeños agricultores familiares—quienes alimentan la nación mientras grandes exportaciones lucrativamente atienden mercados globales—necesitan acceso a tecnologías de precisión asequibles, variedades mejoradas, educación climática y sistemas de agua comunitaria.
El Banco Mundial, instituciones suizas de cooperación, FAO, CGIAR y universidades investigativas continúan proveyendo asistencia técnica. Con inversiones de USD 24 billones en infraestructura de irrigación, USD 200 millones en sistemas agua-saneamiento, y renovado énfasis en soluciones naturales, Perú está posicionándose para construir agricultura verdaderamente resiliente—asegurando que tanto seguridad alimentaria nacional como competitividad de exportación prosperen bajo condiciones climáticas cada vez más desafiantes.
