La utilización de acolchados plásticos en la agricultura intensiva es una práctica habitual que conlleva varios beneficios para el cultivo. Por nombrar algunos de ellos podemos decir que evita el crecimiento de malas hierbas que luego compiten con el cultivo, aumenta la temperatura del suelo, generando un mayor crecimiento del cultivo y disminuye la evapotranspiración del agua del suelo, un factor cada vez más importante teniendo en cuenta la escasez de lluvias en algunas regiones.
Pero como toda práctica aplicada al agroecosistema, tiene sus desventajas cuando no están controlados todos los parámetros intervinientes. Me refiero principalmente a los residuos plásticos que se generan y como afectan estos al medio ambiente.
Por suerte y desde hace más de 20 años ya se están utilizando en algunas regiones agrícolas, diferentes tipos de mulching o acolchados biodegradables que, una vez cosechado el cultivo, los restos de plantas y bioplásticos, son incorporados al suelo, evitando la contaminación con residuos y generando mayor acumulación de materia orgánica.
La importancia de los microorganismos
La degradación del bioplástico, por más delgado o diminuto que sea en tamaño, no sería posible en el corto plazo sin la ayuda indispensable de los microorganismos presentes en los primeros centímetros del suelo. Pero por supuesto que no todos los microorganismos tienen la capacidad o “apetito” por estos materiales derivados del petróleo.
Un interesante proyecto de investigación está desarrollando actualmente el Grupo Operativo de Acolchados Biodegradables, bajo el nombre ACBD+ y tiene como objetivo investigar los compuestos necesarios para formular un acolchado biodegradable que responda a las particularidades de la Región de Murcia, España y conseguir, tras su uso, que se biodegrade en el menor tiempo posible utilizando microorganismos autóctonos.
Para ello, se están realizando pruebas en el laboratorio con los materiales plásticos creados, donde se analiza la resistencia mecánica de las formulaciones, velocidad de envejecimiento frente a la luz solar en cámara UV y ensayos de desintegración y biodegradabilidad en suelo, simulando las condiciones de los campos de cultivo, con y sin el inóculo de microorganismos presentes en el terreno.
“El objetivo de estos ensayos es valorar la velocidad de biodegradación de las formulaciones creadas, comparándolas con el acolchado comercial biodegradable habitualmente utilizado, y en su caso, modificarlas para adecuarlas a las condiciones agroclimáticas del Sureste español”, explica la doctora en CC. Ambientales, Lupe León Sánchez.
La gestión de los plásticos
Actualmente, y por desgracia, la Unión Europea ocupa una buena posición en el ranking mundial de plástico mal gestionado. En el caso de España, por ejemplo, según datos del Banco mundial, no se gestionó de manera correcta cerca de 45.000 toneladas de plástico en el año 2010. Una cifra preocupante si nos ponemos a pensar dónde ha ido a parar esta enorme cantidad de plástico.
Una posible solución podría ser la obtención de nuevos plásticos a partir de fuentes renovables, pero eso no ayudaría con los millones de toneladas que ya se han liberado en la naturaleza. Es por ello, que, desde la Comisión Europea, ya se están tomando cartas en el asunto como el primer paquete de medidas propuesto en marzo de 2022 para acelerar la transición hacia la economía circular, abordando la presencia de microplásticos en el medio ambiente.
Un nuevo hallazgo prometedor en la degradación de plásticos
Recientemente, un equipo científico del Instituto de Tecnología de Kioto (Japón) acaba de descubrir una bacteria desconocida hasta la fecha que es capaz de digerir y asimilar plástico, es decir, que puede vivir alimentándose de PET (Tereftalato de polietileno), uno de los plásticos más usados por la industria alimenticia para envasar agua mineral, refrescos, aceites o productos farmacéuticos, entre otros.
La nueva especie bacteriana descubierta se conoce como Ideonella sakaiensis y es capaz de degradar de forma casi completa una fina película de PET en apenas seis semanas a una temperatura 30 grados, según pudieron averiguar los científicos.Si bien el hallazgo de la nueva bacteria es una gran noticia para nuestro planeta, aún queda mucho por investigar y desarrollar, teniendo en cuenta que se debe realizar una “descontaminación plástica” a gran escala.
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