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Editorial | Código rojo para la humanidad: cambio climático

Nuestro planeta Tierra, nuestro hogar en el cosmos, se está asfixiando, ahogando, ardiendo. El cambio climático nos coloca en la disyuntiva, ya ineludible e irreversible, de actuar o ser testigos y protagonistas de un presente y de un futuro que asoma apocalíptico.

11 de septiembre del 2021

Escribe: Enzo Alminagorta Via y Rada

Nuestro planeta Tierra, nuestro hogar en el cosmos, se está asfixiando, ahogando, ardiendo. El cambio climático nos coloca en la disyuntiva, ya ineludible e irreversible, de actuar o ser testigos y protagonistas de un presente y de un futuro que asoma apocalíptico.

Renunciando al lenguaje de medias tintas, cauteloso y provisorio, por tratarse de un asunto de nuestra supervivencia, la primera parte del sexto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicado el 9 de agosto y elaborado por 234 expertos de 66 países, responsabiliza al hombre, como “el principal impulsor del cambio climático”, en razón de que los cambios en el clima de la Tierra, sin excepción de regiones ni continentes y que no tiene precedentes en cientos de miles de años. Por primera vez en la historia humana, el hombre, el homo sapiens, ha originado una nueva era cósmica, el necroceno.

“No hay duda alguna de que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra”, señala el informe en su resumen dirigido a toda la humanidad, pero sobre todo a los responsables de formulación de políticas de Estado, a los políticos, a los dueños de esas inmensas multinacionales extractivistas, hidrocarburíferas y otras que han hecho de la destrucción de la naturaleza la fuente de su riqueza material.

La especie humana está destruyendo su hábitat y eso es propio de esta especie, erigida como el amo y señor de los bienes de la Tierra y que apenas representa el 0.01 por ciento de la vida total del planeta que se está sobrecalentando por la desproporcional emisión de gases de efecto invernadero (GEI). La quema de combustibles fósiles, con una concentración de CO2 atmosférico actual no reportada en los últimos 2 millones de años, y la deforestación excesiva, en el orden de 4.2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios al 2020, una cobertura arbórea más grande que el Reino Unido (Universidad de Maryland). Estas son las dos principales causas que explican este infierno que ya está tocando nuestras puertas. En Perú, la tala arrasó 190,000 hectáreas de bosque primario en la Amazonía en el 2020, una cifra sin precedentes.

En el pronóstico “optimista” –en línea con el objetivo del Acuerdo de París– con 1.5 ° C de calentamiento global, habrá crecientes olas de calor, temporadas cálidas más largas y temporadas frías más cortas. A 2 ° C de calentamiento global, los extremos de calor alcanzarían con mayor frecuencia los umbrales de tolerancia críticos para la agricultura y la salud.

En el peor y catastrófico escenario, si no se actúa y adoptan medidas severas y de urgencia, el informe del IPCC prevé que a finales de este siglo se llegaría a un incremento de 4.4 ° C, algo que multiplicaría también la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. La última vez en la que se llegó a un nivel de calentamiento por encima de los 2.5 grados fue hace tres millones de años, cuando ni siquiera existía el ser humano.

Un efecto visible es que el cambio climático está intensificando el ciclo del agua. Esto implica lluvias intensas, inundaciones y sequías focalizadas. En latitudes altas –precisa el estudio–  es probable que aumenten la precipitación, mientras que se prevé que disminuya en grandes partes de los subtrópicos. Un mayor calentamiento amplificará el deshielo del permafrost y la pérdida de la capa de nieve estacional en las regiones árticas del globo.

Perú, el tercer país más vulnerable al cambio climático, ha visto desaparecer el 53% de su superficie glaciar, con una tasa de retroceso que se ha triplicado de 8 m/año a 20 m/año entre 1962 y 2016. Al 2100, los glaciares tropicales andinos se extinguirán, irreversiblemente, en un 80 % (Inaigem).

GOBIERNO MUNDIAL

Este antropoceno ahora convertido en necroceno ya está aquí, no es el futuro, ya ha hecho trizas el discurso absurdo y ciego de los negacionistas y está provocando espanto y destrucción, como tormentas diluviales y sequías incendiarias asociadas a “El Niño” y “La Niña” en la cuenca del Pacífico, incluyendo al Perú. O, solo considerando el año en curso, la dura ola de calor en Canadá, inundaciones en el centro de Europa y China, incendios vinculados al calor en la cuenta del Mediterráneo y la asfixiante sequía en Brasil. Este grito de auxilio de la Tierra aún no se refleja en decisiones efectivas. No existe correlación entre conductas y efectos. Como en el caso de Estados Unidos y China.

El cambio climático, el fenómeno sin fronteras que alcanza a todos, requiere –parafraseando a Bertrand Russell– un “Gobierno mundial” para dar el salto de las decisiones meramente nacionales, con efectos limitados, a una representación global capaz de tomar las grandes decisiones del futuro de la humanidad. En este reto perentorio, solo la coalición de esfuerzos de todos los países hará que este cáncer no haga metástasis en todo el planeta y sus habitantes humanos.

 “El informe del IPCC de hoy es un código rojo para la humanidad”, ha dicho António Guterres, secretario general de la ONU, acotando que “la viabilidad de nuestras sociedades” depende de la actuación de gobiernos, empresas y ciudadanos. “Las alarmas son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable”, sentenció.

Algunas acciones impostergables son: 1) Los Gobiernos deben alinear sus objetivos con el 1.5 °C para la COP 26, que se realizará en Glasgow (Reino Unido), del 31 de octubre al 12 de noviembre de este año 2021. 2) Evitar en su totalidad inversiones en combustibles fósiles. 3) Proteger y restaurar los ecosistemas para generar resiliencia, reduciendo la presión de los océanos y poner fin a la deforestación. 4) Las instituciones financieras (bancos, gestores de activos y aseguradoras) deben alinear sus perspectivas de negocio con los objetivos del Acuerdo de París para lograr limitar el aumento de la temperatura media global a 1.5 ° C. 5) Los planes futuros de desarrollo y gestión del agua, los proyectos de infraestructura y los programas de seguridad alimentaria deben tener en cuenta la realidad climática (Greenpeace).

Tan urgentes son las medidas para mitigar y adaptarse al cambio climático, que es urgente reinventar el modelo económico neoliberal extractivista. La “cultura de consumo” y otros excesos y distorsiones del “modelo de desarrollo” que explota y agota desmedida e irracionalmente los bienes naturales y amenaza no solo el clima, sino la vida.

Presidente Pedro Castillo Terrones: su gobierno tiene que sumar a sus metas y estrategias la justicia climática y los derechos de la naturaleza. Este es un llamado a la supervivencia de la especie humana.

¡Estamos en código rojo mundial, ya no hay tiempo!

 


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