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Las lecciones de “El niño costero”

04 de abril del 2017

 Róger-Rumrrill

Escribe Róger Rumrrill
El Perú ha sido sometido en el primer trimestre del presente  año 2017 a duras pruebas. Pero las dos mayores catástrofes  son, sin duda, el repulsivo y escandaloso caso de corrupción de Odebrecht y ahora, en la segunda quincena de marzo, el Fenómeno de “El Niño” (ahora llamado “Niño Costero”) y el cambio climático.

  • En el primer caso, la revelación de las coimas y los sobornos que pagaba la corrupta empresa brasileña “Odebrecht” a Presidentes de la República, a altos funcionarios de la burocracia estatal y privada y a toda una variopinta fauna humana que vende su primogenitura por un plato de lentejas, ha desnudado la precariedad de una clase política junto a una clase empresarial angurrienta y sin un ápice de moralidad y decencia.
  • En el segundo caso, dramático y doloroso para decenas de personas que fallecieron y miles de otros peruanos humildes y pobres que perdieron sus precarias viviendas y sus pocos bienes materiales, las lluvias, huaicos e inundaciones han demostrado una vez más que la sociedad y el pueblo peruanos del siglo XXI, aún padecen y sufren  el atávico mal y enfermedad de la   imprevisión. No tenemos una cultura previsora.
  • Todos los años y sobre todo desde el siglo XX y XXI cuando se amplió la infraestructura vial y sobrevino el auge de la minería con el consecuente impacto sobre la geografía y los ecosistemas andino-amazónicos, en la temporada invernal las lluvias ocasionan huaicos y derrumbes en todo el país y en particular en la región andina, afectando las carreteras y provocando daños económicos y pérdidas de vidas humanas. Pero pasada la emergencia y finalizado el invierno, se olvida la tragedia y todo sigue su curso como si no hubiera pasado nada.
  • Las tragedias provocadas por los huaicos en Lurigancho (Chosica) y los desbordes de los ríos Rímac, Huaycoloro, Chillón en Lima y todo el desastre originado por la crecida de los ríos en Chiclayo, Trujillo, Piura, Puno, Loreto (Iquitos), Ucayali (Pucallpa) y en otros lugares es el resultado, en gran medida, de la falta de previsión.
  • Irresponsablemente miles de personas han ocupado y construido sus viviendas en los cauces de los ríos, en la cima de los cerros, desafiando los riesgos y peligros de los efectos adversos del clima y sin que ninguna institución o autoridad municipal, regional o nacional intervenga y ejecute siquiera una mínima planificación, para que la ocupación territorial de éstas áreas no signifique un peligro de muerte para los pobladores.
  • Por otro lado, tal como lo acabamos de comprobar con los desastres ocasionados por los desbordes del Ucayali en Pucallpa, la mayor parte de las obras de infraestructura —ocurre en todo el país— están mal hechas y no resisten la fuerza de las aguas. Esta mala ejecución es el producto de la corrupción. Los contratistas, en colusión con las autoridades y funcionarios y técnicos, cometen una serie de irregularidades en la ejecución de las obras — emplean materiales de mala calidad— para bajar los costos y obtener más utilidad para pagar las respectivas coimas.
  • Estoy recordando dos casos en la Amazonía: el derrumbe del puente sobre el Río Jera en San Martín que se derrumbó el mismo día de la inauguración, y las obras del alcantarillado de la ciudad de Iquitos, presupuestado en 400 millones de soles y que al final llegó a costar S/. 900 millones, pero que igual sigue siendo un desastre y debe ser reconstruido.

  EN EL PERÚ LOS RÍOS SON BASUREROS
La tragedia humana y las enormes pérdidas económicas y materiales que está dejando “El Niño Costero” nunca más debe ser olvidada en el Perú, curándonos de ese mal terrible de la imprevisión.

  • Una de las mayores lecciones que debemos aprender de esta desgracia nacional es que los ríos no deben ser utilizados como basureros y depósitos de aguas servidas.
  • En el mismo momento en que Ud. lee esta columna, en Iquitos, se está arrojando 200 toneladas métricas de aguas servidas al río Amazonas. En este mismo instante camiones de la Municipalidad de Chachapoyas están arrojando toneladas de basura al río Utcubamba y así, en todo el país. El río Rímac ha sido y sigue siendo el mayor botadero de basura de Lima y eso pasa con todos los ríos de todas las ciudades y pueblos del Perú.

      MEDIDAS DE EMERGENCIA
Las medidas de emergencia al corto plazo que seguramente pondrá en marcha el gobierno del Dr. Pedro Pablo Kuczynski Godard, atenderán las necesidades vitales de la población afectada: agua, alimentos, salud, ropa, construcción de viviendas previa planificación para evitar los asentamientos en el cauce de los ríos y lugares inestables en los cerros. Las medidas de fondo, en el mediano y largo plazo, deben apuntar a conservar y manejar  eficientemente los ríos y todas las cuencas acuíferas. Debe expedirse una norma que convierte en delito arrojar basura a los ríos. Si el Rímac y sus afluentes hubieran sido manejados, reforestados, canalizados, descolmatados y conservados, las aguas hubieran discurrido normalmente.

  • Si no hubiera la masiva tala ilegal en la Amazonía, la erosión de los suelos no se habría colmatado en el fondo de los lechos elevando su nivel y provocando desbordes e inundaciones.
  • Nosotros los humanos somos los hijos de la Madre Naturaleza, pero nos comportamos con ella como si fuéramos sus enemigos.
  • Dejemos de sembrar vientos para no cosechar tempestades.

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