

El duro medio altoandino no es favorable para el desarrollo de pastos y forrajes cultivados, sobre todo por la pobreza de los suelos. Para eso esta la tecnología.
Por ejemplo, la investigación ha demostrado que algunas especies forrajeras, como el trébol blanco (Trifolium repens) y el falaris (Phalaris tuberinacea), se adaptan muy bien hasta 4,200 metros sobre el nivel del mar.
Si se desea cultivar otras, hay que buscar especies rústicas, que soporten a la altura y los cambios extremos del clima (lluvias torrenciales, granizadas, nevadas, heladas y/o sequías).
Al respecto, el Ing. Agr. Ph.D. Gregorio Argote Quispe, investigador del Programa de Pastos y Forrajes de la Estación Experimental Agraria “Illpa” (Puno) del INIA, manifiesta que ésta ha probado exitosamente el cultivo de forrajes anuales en dormideros desocupados de alpacas y ovinos, entre los 4,200 y 4,400 m.s.n.m., con temperaturas hasta de -1.3 grados centígrados.
“Por estar cercados con piedras, que absorben la radiación solar durante el día para soltarla en la noche, los dormideros ofrecen propiedades térmicas favorables para los vegetales.
Además, el estiércol depositado en dichos espacios sirve como abono, retenedor de lluvias y captador de humedad atmosférica”, precisa el especialista.
Y aquí van los principales resultados productivos de ese trabajo, a los 4-5 meses de instalado cada cultivo:
Cebada forrajera (Hordeum vulgare): 26,339 kilogramos de materia seca por hectárea.
Avena forrajera (Avena sativa): 24,608 Kg/há.
Triticale (Tritico secale): 15,079 Kg/há, y
Trigo de invierno (Triticum aestivum): 4,680 Kg/há.
Tal como se puede deducir, de las cuatro especies instaladas, las tres primeras respondieron mejor.
Para obtener mayores detalles al respecto, he aquí las pistas del Ing. Gregorio Argote: celular 950994018 y correo electrónico: [email protected]
A lo dicho, podemos agregar dos cosas:
Para aprovechar mejor las deyecciones nocturnas de los animales con el fin de producir pastos, sería conveniente rotar periódicamente los dormideros, utilizando cercos móviles, preferentemente eléctricos.
En dormidero de alpacas: Ing. Agr. Gregorio Argote Quispe, investigador del INIA-Puno, mostrando vigorosas parcelas de avena y de cebada forrajeras en el Centro Experimental “Quimsachata” de Santa Lucía, Lampa, Puno.
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