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Tecnologías para afrontar los efectos extremos del frío

27 de mayo del 2018

Casas calientes para los andes

El frío mata. Miles de peruanos asentadas a más de 3,500 metros de altitud, sufren año tras año los cambios bruscos de las temperaturas diurnas y nocturnas, con niveles inferiores a los cero grados centígrados. Los más vulnerables son los niños menores de cinco años y ancianos que muren por enfermedades asociadas al frío.

Se supone que por ser un fenómeno recurrente, las medidas de contingencia deberían ser más fáciles de coordinar y ejecutar, porque la temperatura tiene fecha fija (mayo-agosto).

Más aún porque en los últimos años a consecuencia del calentamiento global y el cambio climático el frío es más intenso, llegando a temperaturas de -15 grados centígrados en las madrugadas; mientras que en el interior de las viviendas  está entre 1 a 3 oC.

En tales circunstancias, todas las medidas de  previsión que el gobierno adopta cada año en sus tres instancias resultan al final un paliativo, porque las casas donde residen las poblaciones altoandinas son una verdadera coladera para el agua de lluvia, el viento,  el frío y, algunas  soluciones, como el uso de la calamina en los techos, enfrían mucho más las habitaciones en las noches y en el día son un horno.

En vista que la población de los Andes vive —en su mayoría— en situación de pobreza o extrema pobreza, sus viviendas son construidas con piedra y barro; adobe o tapial; techos cubiertos con ichu o paja diversa y, en el mejor de los casos,  calaminas o fibrocemento y piso de tierra.

ESCENARIOS DE RIESGO

Según el Plan Multisectorial ante Heladas y Friaje ʽ2018 elaborada por el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción de Desastres (CENEPRED) 210 distritos serán golpeadas por las heladas en las siguientes regiones: Ancash (6), Lima (19), Junín (16), Huancavelica (19), Apurímac (23), Pasco (2), Huánuco (1), Ayacucho (20), Cusco (22), Arequipa (15) y Puno (67).

Para mitigar el impacto de este fenómeno climatológico, el Proyecto “Mi Abrigo” del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (FONCODES) intervendrá 1,414 viviendas en diversos distritos de Ancash, Arequipa, Ayacucho, Huancavelica, Huánuco, Junín y Pasco por un monto de 15ʼ495,621 soles.

PROGRAMA NACIONAL DE VIVIENDA RURAL

Por su parte, el Programa Nacional de Vivienda Rural del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento tiene un presupuesto de S/ 11ʼ796,720, para mejorar y reforzar 198 viviendas en Ccatca, Quispicanchi, Cusco; 103 en Huayrapata, Moho, y 155 en Corani, Carabaya, ambas en Puno.

La propuesta del programa es construir módulos habitacionales (5 x 4.4 metros) con adobe, techos con cobertura de calamina plástica y tecnopor como material aislante, apoyado sobre una estructura de madera cielo raso de triplay hacia la parte interna. Para morigerar el frío y la humedad el piso es de madera machihembrada de una pulgada de espesor, con “durmiente” de maderas impermeabilizadas y en la parte interior tecnopor, las ventanas tiene doble vidrio y están separados por una cámara de aire. La puerta es de madera con relleno de tecnopor. Con la implementación de estas tecnologías la sensación térmica interior es mayor a los 4 oC.

CENTRO TIERRA-PUCP

Dicho centro tiene una vivienda piloto en la comunidad alpaquera de Orduña, Santa Lucía, Lampa, Puno, asentada a 4,700 m.s.n.m., cuyas paredes (interna y externa) y techo están revestidas con “colchones” de totora (Schoenoplectus californicus), material altamente aislante. Asimismo, para aprovechar la alta radiación solar, en los techos se instaló claraboyas  o “ventanas” para inyectar calor.

También se aislaron pisos, puertas y ventanas, logrando aumentar entre 10-12 oC la temperatura al interior de la casas en comparación a otras existentes en el lugar. 

Esta vivienda se ha construido aplicando la Norma Edificatoria E: 080-Construcción con Tierra Reforzada,  con adobe mejorado desde la selección de la tierra, señala la Arq. Sofía Rodríguez-Larraín Degrange, líder del proyecto del Centro Tierra, asociado al  Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad y al Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

Este modelo es sismorresistente, ya que se han instalado mallas de soguillas de nylon (driza) que amarran los muros y techos entre si y evitan el desplome en caso de movimientos telúricos. En el 2017 la vivienda resistió un sismo de grado 6.4.

Actualmente vienen trabajando en un sistema para generar calor a través de colectores solares e introducir el aire caliente al interior de las viviendas. Estos resultados estarán para fines de año.

GRUPO DE APOYO AL SECTOR RURAL-PUCP

Desde hace 10 años ha venido desarrollando una alternativa tecnológica llamada “Koñichuyawasi” o “Casa Caliente Limpia”, que consiste en incluir un muro “Trombre” o “pared caliente” que se encarga de calentar la masa de aire durante el día aprovechando los rayos del sol, para luego ingresar mediante unos ductos, sobre todo en los dormitorios. Para no dejar escapar y conservar el calor generado se coloca una malla tipo arpillera, con una capa de cola y yeso en el interior del techo. Este sistema se complementa con el aislamiento de puertas y ventanas. Así explica el Ing. Jorge Soria Navarro, Jefe de Proyectos “Casa Caliente Limpia” del Grupo de Apoyo al Sector Rural de la PUCP.

El 30% del calor en una vivienda se pierde por el piso, por eso se ha implementado un sistema de aislante de tierra o aire entre piso húmedo y tablas de madera o machiembrado.

En una vivienda intervenida básica (sin piso y doble puerta), se obtiene entre 7 y 9 oC y en una vivienda mejorada (con piso y doble puerta) entre 10 y 13 oC.

Como dichas tecnologías se adaptan a las viviendas ya construidas de adobe, los costos varían desde 5,000 soles de una casa básica y S/ 7,500 una casa mejorada. El costo se calcula en base a una implementación mínima de 20 viviendas, debido al costo de logística y traslado de los materiales.

En una primera etapa esta tecnología se implementó en Cusco y Puno. Dicha experiencia se masificará a nivel nacional a través de FONCODES. Para ello, los especialistas del GRUPO-PUCP capacitaron a los ingenieros residentes y personal del Programa “Mi Abrigo” para implementar 1,143 viviendas calientes en Cusco, Apurímac y Puno. Al tener éxito se dio inicio a “Mi Abrigo 2”,  donde se complementó con viviendas antisísmicas, instalando 1,100 casas en Huancavelica, Arequipa, Moquegua y Tacna, incluso se construyeron en algunas comunidades viviendas desde cero. Y finalmente, se pretende iniciar “Mi  Abrigo 3” para implementar 1,100 viviendas en Ancash, Junín, Pasco, Huánuco y Ayacucho.

UNIVERSIDAD CONTINENTAL

Desde hace tres años el Arq. César Moncloa Guardia junto a sus alumnos de la Universidad Continental de Huancayo, Junín, vienen trabajando el Proyecto “Confort Térmico”,  usando botellas de plástico recicladas.

Para implementarla solo se requieren botellas PET de 750 mililitros y rafia. Basta con cortar las bases de las botellas e interconectarlas y amarrarlas unas a otras para formar un tubo, esta generará una cámara de aire adentro. Posteriormente, se procede a hacer cámaras o parrillas (como una balsa de palos) que se amarran al interior de los techos, así como en las puertas y ventadas.

¿Cómo funciona? el sol al impactar el techo ya sea de teja, paja u otro material, empieza a calentar el aire que hay dentro de las botellas y el calor almacenado se va liberando poco a poco al interior de la vivienda. En la mañana funciona como un captador solar, en la tarde irradia ese calor, y a partir de las  siete de la noche impide que el calor que se ha ganado durante el día salga hacia el exterior.

Con dicho sistema se ha logrado un incremento de 3.3 oC y la meta es llegar a 5-6 oC, transformando las botellas recicladas para lograr una sección cuadrada que se pueda modular eficientemente.

Para aislar el techo de un dormitorio promedio de 25 metros cuadrados, se necesitan 18 parrillas (100 botellas), cuyo costo total es de 58 soles.

Hasta la fecha se han reciclado 120,000 botellas para beneficiar a 25 familias de las comunidades “Río Molino” en Pomacancha, Jauja, y “Siusa” en Quilcas, Huancayo; así como a la comunidad de “Luquina” en Chucuito, Puno.

“Los estudiantes continuarán visitando comunidades en las alturas, apostando por un ecosistema educativo experiencial, colaborativo y un sueño que nació en las aulas: terminar con la muerte de la población por friaje”, sentencia el Arq. Moncloa Guardia, que ha firmado un convenio con el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento para replicar los resultados en otras comunidades más pobres.

CER-UNI Y LOS INVERNADEROS SOLARES

Por su parte, el Centro de Energías Renovables (CER) de la Universidad Nacional de Ingeniería propone la instalación de claraboyas en los techos, para permitir el ingreso directo del sol y éste caliente a los materiales de alta masa térmica en el interior, conservándolos hasta la noche. Asimismo, ha construido invernaderos  solares que van adosados a las paredes de las vivienda, especialmente a los muros que forman los dormitorios, para inyectar calor hacia éstos. Cada habitación posee un falso piso sobre la cual va un piso de madera, en el techo van colchonetas con lana de oveja para colocarlos entre la calamina y las tejas o planchas de fibrocemento a manera de sándwich. También las paredes, ventanas y puertas están completamente aisladas. Incluso, la vivienda cuenta con paneles solares para generar electricidad y terma solar para tener agua caliente.

De acuerdo a la experiencia desarrollada en San Francisco de Raymina, Vilcashuamán, Ayacucho, se logró elevar la temperatura interior entre 5 y 10 grados centígrados oC durante las madrugadas.

Para implementar el modelo de CER-UNI para una vivienda de 60-70 metros cuadrados y bajo la modalidad de intervención masiva el precio fluctúa entre 20,000 y 30,000 soles.

Todo lo reseñado demuestra que en el país existen diversas alternativas tecnológicas viables para afrontar las heladas, nevadas y fenómenos conexos cada vez más frecuentes e intensos. Lo único que hace falta es que las autoridades y organizaciones sociales promuevan su implementación masiva a nivel nacional, sobre todo en las regiones altoandinas.


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